Contacto: marcoaurelio31947@gmail.com
Muchos de estos testimonios los dieron las personas llorando. No era para menos. Que el país donde crecimos cualquier día se desplome, que los hijos aguanten hambre, que una semana de trabajo apenas alcance para comprar un kilo de queso, que uno no se pueda enfermar porque no hay medicamentos; en fin, que ya no se pueda vivir donde siempre lo hemos hecho, debe producir la desolación más grande de la vida. Es seguro que los millones de colombianos que se fueron para allá en otro tiempo, no se fueron en una situación tan desesperada como esta en la que en que hoy llegan estos hermanos, algunos de los cuales salen sin saber para dónde van.
Dicen como el personaje de un cuento de Kafka:
—Salir de aquí, esa es mi meta.
Aunque aquí no hemos llegado a los extremos que narran estos hermanos, hay señales de que vamos por mal camino. Una de ellas es la situación de La Guajira, donde han muerto de hambre más de siete mil niños en los últimos años; o la vergonzosa corrupción del departamento de Córdoba, donde además de robarse el presupuesto de la salud, se roban año tras año las regalías de Cerro Matoso; para no mencionar casos como el de Reficar, un robo multimillonario, infame e impune.
Valoraciones
No hay valoraciones aún.